El comienzo de esta nueva estación viene marcada por muchos cambios en el clima, paisaje y sobre todo, por un fruto tradicional y nutritivo como es la castaña.

El clima frio, húmedo y algo lluvioso favorece que la castaña sea de excelente calidad. Es un alimento típico de los meses de otoño e invierno, como la mayoría de los frutos secos, pero a diferencia de éstos tiene menos grasa y mayor contenido en agua y nutrientes reguladores pudiendo ser consumidas secas, asadas o en forma de harina.

La recolección de la castaña se hace desde el suelo, como las nueces o las bellotas. Si los frutos aún cuelgan de las ramas es que no están maduros. Algo que llama la atención de este fruto es que va envuelto en un erizo que pincha bastante pero que es una maravilla de la naturaleza. Cuando la castaña está lista para salir, ese erizo se abre y el fruto cae a la tierra. Luego cae el erizo y por último la hoja. Un árbol puede dar hasta unos cincuenta kilos de castaña, un saco grande. Cada erizo, si la temporada es buena, trae tres castañas comestibles.

La recolección de la castaña dura un mes. Dependiendo de la climatología del año se hace desde mediados de octubre hasta mediados de noviembre.  La castaña se “apaña”, y de ahí la expresión de ser muy apañado, muy resolutivo y capaz. O la de pegarse un castañazo, que entendemos ahora a la perfección porque las castañas caen al vacío y se chocan contra el suelo.

No solo es su sabor, sino las preciosas imágenes que nos dejan tiñiendo la Sierra de Huelva con espectaculares colores anaranjados y marrones, dando paso a una nueva temporada de senderismo en la Sierra de Aracena.

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