A veces, el paso de los años devuelve las cosas a manos de quién pertenecen, y a veces detrás de un hotel rural hay una historia que le aporta aún más valor si cabe al lugar, más allá de un excelente trato a sus huéspedes o la comodidad que ofrezcan sus instalaciones. Es el caso de este hotel que hoy les presentamos con aires renovados, por estrenar estrenamos hasta nombre, aunque sin duda, seguimos siendo los mismos, con las mismas ganas y la misma ilusión que aquel día de 2006 cuando abrimos nuestras puertas por primera vez.

Hoy queremos compartir con ustedes nuestra historia, porque creemos que merece ser compartida, para que si algún día deciden honrarnos con su visita entiendan el cariño que hay impregnado en cada uno de los rincones de este establecimiento.

 

En los inicios del siglo XX Don José Quinta y Doña María Inés, eran propietario del terreno donde ahora se asienta Doce Caños, como era habitual en la sierra, este terreno era utilizado para la cría de cochinos y burros, y para guardar algunos aparejos del campo. Cuando aún no había coches ni se intuían, el burro era el medio de transporte más usual para ir de pueblo en pueblo, y eso precisamente hacía todos los días Joaquin Quinta, uno de los hijos de Don José y Doña María Inés. El terreno estuvo durante muchos años en manos de la familia, hasta que ya cercanos al siglo XXI, por avatares del destino y cosas de herencias, tuvo que ser vendido. Los años siguieron su curso, y quiso el azar que uno de los hijos de Joaquin y a su vez nieto de Don José y Doña María Inés, después de haber escuchado, como cualquier hijo mil veces las historias de su padre acerca de aquella finca, se propuso devolverla a la familia, y así tras varios años pendiente del terreno, algo que no le resultó difícil porque lo tenía cerca de su casa, logró comprarlo un día de 1994. Luís, no sabía que iba a hacer con aquel terreno donde lo único que había era una pequeña casita muy antigua, casi derruida, su único móvil eran las cuestiones sentimentales, para él aquello era más que un terreno, era un escenario de historias que llevaba escuchando toda su vida.

Hasta que un día, con la ayuda indispensable de su mujer y movido por su espíritu emprendedor, Luís decidió convertir aquel terreno en un Apartahotel rural, por entonces por la sierra había muchos hoteles pero apartahoteles pocos. Así que se puso manos a la obra, nunca mejor dicho ya que lo suyo es la construcción, para levantar un bonito edificio en el lugar que durante tres generaciones ha pertenecido a su familia. Así nació Apartahotel rural Galaroza en el año 2006, con 10 apartamentos y un bonito restaurante, alzados sobre unas vistas espectaculares del pueblo y de la naturaleza que lo rodea. Mariló se puso al frente del negocio, y gracias a su gentil y amable carácter conseguía que ningún cliente saliese por la puerta sin una sonrisa en la boca.

 

 

Tras casi 10 años de gestión en los que ha habido de todo, Luís y Mariló decidieron ir más allá y ampliar el hotel con un nuevo edificio de habitaciones dobles. El mismo que se inaugura en estos días, tras casi 6 meses de obras.

Y no solo eso, también estrenamos logotipo, página web y algunos detalles más que siguen conservando el mismo cariño con el que empezó todo.

Esperamos que la renovación sea del agrado de todos los que nos visitan y lograr por muchos años más que todos nuestros huéspedes sigan saliendo de Doce Caños con una amplia sonrisa en los labios.